La primogénita

En el universo de la creación, donde las ideas toman forma y se hacen realidad, surgió mi primer diseño de producto: una lámpara de madera. Como un lienzo en blanco esperando ser transformado, la madera se convirtió en mi medio de expresión, en el vehículo que transmitiría la luz de mi imaginación.

Las líneas rectas, firmes y decididas, se fusionaron en una danza perfecta para crear un rectángulo tridimensional. Los chaflanes, delicados cortes angulados en cada uno de sus lados, fueron como pinceladas que moldearon su estructura, otorgándole un aire de sofisticación.

En su rostro superior, el corazón de la lámpara, se encuentra el casquillo, ese detalle esencial que alberga a la humilde pero poderosa bombilla. Un lugar donde la magia de la electricidad se encuentra con la calidez de la madera, dando vida a una sinfonía de luz y sombras. El caasquillo, con su presencia discreta pero imprescindible, simboliza la unión entre la técnica y la belleza, entre la función y el arte.

Este diseño nació durante mi trayectoria como estudiante de Ingeniería de Diseño Industrial. Fue el reflejo de mi pasión por el trabajo en madera, de mi inquebrantable amor por la creatividad. Cada astilla tallada, cada minucioso detalle, fue un acto de devoción hacia la materialización de una visión. Fue en ese instante donde descubrí la magia de dar forma a mis pensamientos, de convertir la madera en un testimonio palpable de mi esencia artística.

En cada esquina de su estructura de madera, se encuentra un pedazo de mi alma y un destello de mi visión. Es mi primer paso en el vasto mundo del diseño de productos, un hito que me recuerda que la pasión y la dedicación pueden dar forma a los sueños. La lámpara de madera, mi lámpara de creación, es una invitación a explorar la intersección entre la funcionalidad y la estética, a descubrir la belleza oculta en cada fibra de la madera trabajada con amor.

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